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Conde Ignazio Alessandro Cozio di Salabue

El conde Ignazio Alessandro Cozio di Salabue (éste era su nombre completo), fue el primer entendido en el arte a la vez que coleccionista de violines acreditado en el mundo de la luthería, que reconoció el gran valor de la obra de los constructores de instrumentos de cuerda de su
propio país, y ciertamente, el primero en tomarse el trabajo de dejar constancia de sus características y de detalles de las vidas de estos hombres. Sus notas y memorias constituyen una referencia fundamental para los historiadores del violín, que continúan revelando nuevos
aspectos de la obra de los grandes luthiers italianos (Carteggio - Renzo Bacchetta y Giovanni Iviglia. E. Antonio Cordani, 1950 – 517 pags.)

Nació en una aristocrática familia de un cierto nivel intelectual; su padre Carlo era un celebrado jugador de ajedrez y autor de un libro sobre el tema. También poseía un violín Amati, del que se dice fue el origen de la obsesión de Cozio. Nuestro personaje vio la luz en 1755 en Casale Monferrato - ciudad del Piamonte -, al este de Turín, a orillas del río Po que también atraviesa Cremona. La finca de la familia Salabue se encontraba en las colinas, un poco al suroeste. En 1771 Cozio ingresó en la Academia Militar en Turín, y en esa ciudad es donde conoció al ya anciano artesano Giovanni Battista Guadagnini. En 1773 recogía, interesada y pacientemente, notas sobre la historia del violín y había firmado un contrato con Guadagnini para comprar lo que, aparentemente, parecía ser toda la producción de su taller. Un tercer personaje apareció en escena para administrar estos cometidos, el hombre que estaba llamado a ser el brazo derecho del conde para estos menesteres, Giovanni Anselmi. Cozio apenas tenía entonces diecisiete años.

Guadagnini fue fundamental en la firma del acuerdo más importante en la carrera de Cozio. A través de su correspondencia con el hijo menor de Antonio Stradivari, Paolo, sabemos que en 1775 Guadagnini consiguió que Cozio le comprara todo el contenido restante del taller de
Stradivari; no sólo los diez últimos violines ya terminados, sino todas las herramientas, plantillas y accesorios del estudio. Éste es uno de los momentos más significativos de la historia de la artesanía, ya que gracias a Cozio, todos estos elementos han permanecido en una sola colección, en lugar de dispersarse entre otros constructores y/o coleccionistas. Los hechos han demostrado que Cozio fue exactamente la persona adecuada para heredar este inestimable legado. Pacientemente, realizó el inventario de todas las reliquias de la tienda-taller de Stradivari, analizó e interpretó las características de las mismas y utilizó esa información para ayudar a otros constructores  contemporáneos, incluso al mismo G. B. Guadagnini.

Sin embargo, a partir de 1777 la relación entre Guadagnini y Cozio parece haberse enfriado y fue disminuyendo hasta la muerte del artesano en 1786. Pero para entonces, Cozio ya había reunido la mayor parte de su colección a finales de 1776, y había comenzado a utilizar las salas de exposiciones de Turín de los comerciantes de seda Boch y Gravier, como sus oficinas de venta.

A partir de entonces, Cozio invirtió mucho tiempo y dinero, y se dedicó a estudiar los orígenes de los diversos maestros-creadores que él admiraba. Escribió extensamente sobre sus descubrimientos e interpretaciones de los instrumentos, guiado en gran medida por los hermanos Mantegazza que en aquella época trabajaban en Milán. En esa misma ciudad, inició relaciones comerciales con otro agente, Antonio Monzino, que desde hacía tiempo se había establecido como comerciante de referencia en ese campo. Cozio utilizó estos conocimientos tan laboriosamente conseguidos, para convertirse en un prestigioso distribuidor de instrumentos y muchos de los mejores y más célebres violines hoy conocidos, pasaron por sus manos, siendo cuidadosamente analizados y registrados por él. Parece haber sido muy consciente de que la gran tradición cremonesa que tanto apreciaba estaba en decadencia, y su idea era resucitarla y restablecerla. Lamentablemente, pocos de los más jóvenes constructores con quienes tenía relación, incluyendo a Tomasso Balestrieri, Giacomo Rivolta y G. A. Marchi, tenían los recursos necesarios para capitalizar la oportunidad.

Sin embargo, Cozio no era el defensor más fiable de los grandes violines según los estándares actuales. En sus notas deja en claro sus críticas a los creadores que hoy son casi sacrosantos, y es evidente que no tenía ningún reparo en ordenar modificaciones bien intencionadas, si consideraba que harían que los instrumentos sonaran mejor o parecieran más atractivos. No era un admirador de Guarneri del Gesu, y recomendó que sus instrumentos se “retocaran” antes de usarlos. Admiraba a Bergonzi, pero eso no le impidió considerar ( y en algunos casos modificar), que los violines de su colección (y esa procedencia) tenían las esquinas "demasiado pronunciadas".

A principios del siglo XIX (en 1827), después de otro período de extensos escritos, notas y memorias, parece haberse desencantado con el comercio del violín y los trabajos llegaron a su fin. Después de su muerte en 1840 en su casa familiar de Salabue, su colección pasó a manos de Luigi Tarisio, otro carismático coleccionista de violines piamontés. Las negociaciones se llevaron a cabo a través de otro agente, Giuseppe Carli, que actuó por cuenta de la hija de Cozio, la condesa Matilda. La colección de herramientas y plantillas de Stradivari permaneció en gran parte intacta, y hoy se encuentra depositada en el Museo Stradivariano de Cremona y sigue siendo uno de los recursos más importantes para la comprensión de las técnicas y métodos de Stradivari. La “perla” de los violines de Cozio, originalmente adquirida a través de Paolo Stradivari, a la que se refirió como su más bello Stradivari de 1716 y que ahora se conoce como "Messie", se conserva en el
Ashmolean Musem de Oxford. Entre otros muchos grandes instrumentos que en un momento formaron parte de su colección están: el 'Lady Blunt' de 1721, el 'Jules Falk' de 1723, el ‘Paganini’ de 1727 y la maravillosa miniatura 'Belle Skinner' de Antonio Stradivari de 1736. El inmaculado Francesco Stradivari de 1742 todavía conocido como el 'Salabue', el 'Tschudi' y el 'Kreisler'; otros Bergonzi’s, y por supuesto, varios excelentes violines y violonchelos Guadagnini del período de Turín 1773-1777.

Los escritos de Cozio han sido recientemente publicados por primera vez en forma completa en inglés por Brandon Frazier, como "Memoirs of a Violin Collector", Gateway Press, Baltimore.

Creador: Ignazio Alessandro Count di Salabue Cozio
Por: John Dilworth
Publicado: Jueves, 16 Enero 2014